Dewey, J. (1939). MI CREDO PEDAGÓGICO
¿Qué es la educación?
Definir el proceso de educar desde
una perspectiva conceptual se hace compleja si se reduce a la semántica y no se
piensa desde una óptica constructiva que se proyecta, se planifica y ejecuta
con principios y objetivos claros.
“Educar” es quizás uno de los planteamientos que ha soportado muchas de las
tareas de reflexión en la existencia humana desde los interrogantes que lo
supeditan del ¿Cómo formar sujetos capaces de vivir en sociedad? ¿Cómo
desarrollar habilidades sociales y cognitivas que le permitan saber y
comprender lo que pasa a su alrededor?
No en vano pensadores y filósofos como platón abordaron esta discusión
quizás desde un punto de vista teleológico en función de lo que se pretende en
el proceso de educar:
la educación permite al
hombre superar el sentido común, es decir, transitar de la realidad sensible a
la realidad inteligible. Dicho de otra manera, transitar de lo aparente a lo
verdadero, pues el verdadero conocimiento versa sobre lo inteligible (Chacón A.
Covarrubias p 150. 2012)
esta pretensión abordada desde su
ideal filosófico que trasciende lo tangible a lo intangible en la búsqueda de
lo verdadero, no es posible si el hombre no se educa. Es decir, desde el punto
de vista platónico puede pensarse la educación como un proceso de transformación
interior que, además, está ligado a la justica para formar hombres justos
(Chacón A. Covarrubias p 150. 2012)
para Dewey, el criterio individual
tiene poca cabida dado su interés por definir al proceso de educar como esa
posibilidad de situar al sujeto en un mundo social que conlleva a relacionarse con los demás, y
que estos respondan a esa necesidad que lo conduce a ello. Es por esto, que
para Dewey el componente psicológico también es vital en el espectro de la
educación pues supone las habilidades o elementos bilógicos propios que le
permiten desarrollar las ya mencionadas habilidades sociales y relacionarse con
el entorno. Es decir, existen uno elementos previos en el marco de la
psicología que le permiten avanzar en la comprensión del mundo y su proceso de formación.
No obstante, para Dewey ocasionar situaciones que vayan en contravía de esta categoría
psicológica significa el ejercicio de un
escenario “azaroso y arbitrario”
En suma, creo que el
individuo que ha de ser educado es un individuo social y que la sociedad es una
unión orgánica de individuos. Si eliminamos del niño el factor social nos
quedamos sólo con una abstracción; si eliminamos de la sociedad el factor
individual nos quedamos sólo con una masa inerte y muerta (Dewey, 1939) en Lozada 1977 p. 2)
Por lo tanto,
educar puede entenderse no solo como la
capacidad de hacer trasferencias de conocimientos si no, la posibilidad de
comprender la realidad del sujeto, e irlo preparando para el desarrollo de
habilidades sociales resaltando a Dewey quien refiere que “la educación es un
proceso de vida” y no, una preparación para la vida ulterior, de allí la
importancia de tener en cuenta este contexto del estudiante, lo que sabe, su
cultura, su idiosincrasia, para que sea centro y tenga participación significativa
en el proceso educativo.
En conclusión, podemos afirmar que,
de acuerdo con el referente, el proceso educativo inicia desde el primer
momento que el infante tiene relación con el entorno, es decir este proceso natural
de aprendizaje no se puede desligar del proceso educativo “formal” pues el
aprendizaje natural del niño, lo inserta en la vida social y el proceso
psicológico, relacionado con las capacidades del menor permiten orientar el
proceso educativo, sin ser uno más importante y/o relevante. por el contrario,
mantienen una relación simbiótica.
Concepto de experiencia educativa.
La escuela debe considerarse como ese escenario o espacio que permite
recrear las posibilidades sociales e interacción del sujeto desde temprana edad
con el otro, en palabras del autor; “La escuela debe representar la vida
presente, una vida tan real y vital para el niño como la que vive en el hogar,
en la vecindad o en el campo de juego”. (Dewey, 1939 en Lozada 1977 p. 2). Es decir,
la escuela no puede ser ese espacio que contrarié la realidad, enajene a los
sujetos y por consiguiente los invalide en la comprensión de lo que significa
vivir y convivir con el otro desde principios rectores como el respeto, la solidaridad,
la moral, etc.
En la actualidad se han desarrollado diferentes modelos educativos, unos
centrados en el desarrollo de habilidades cognitivas y adquisición de
conocimientos desde temprana edad (modelo tradicional) que en este momento es
el que funciona en la educación oficial. Sin embargo, hay modelos y
metodologías que privilegian el aprendizaje natural del estudiante, aprendizaje
del entorno y el relacionamiento con la naturaleza, pedagogía Waldorf. Por
mencionar uno de estos modelos alternativos; se incorporan como un llamado a
esta visión que socializa Dewey.
“Nosotros violentamos la naturaleza del niño y
dificultamos los mejores resultados éticos al introducir al niño demasiado
rápidamente en una cantidad de estudios especiales, de lecturas, escrituras,
geografía, etc., sin relación con su vida social”
Concepción
de maestro.
El maestro ha tenido sobre sus hombros la responsabilidad de la
educación y en muchas ocasiones se le endilga la calidad de esta, como un
miembro activo, pero solitario en este proceso.
El
maestro no está en la escuela para imponer ciertas ideas o para formar ciertos
hábitos en el niño, sino que está allí como un miembro de la comunidad para
seleccionar las influencias que han de afectar al niño y para ayudar a
responder adecuadamente a esas influencias. (Dewey, 1939 en Lozada 1977 p. 2).
En este apartado se reconoce al docente como gestor social, gestor de la
comunidad. Es decir, el maestro puede situarse como un sujeto
que media entre los aconteceres sociales y lo que el estudiante aprende
aterrizado a su nivel de comprensión, las problemáticas o necesidades que le
atañen en su proceso de formación y que a la postre, se reflejen en su
cotidianidad. No hay una relacion pensada solamente en lo conceptual,
epistemológico o académico, también desde lo moral, disciplinario, etc. Pero, sobre
todo, en comprender el desarrollo y evolución del estudiante y coadyuvar en la
formación de su carácter.
Por eso el profesor debe otorgar al alumno más responsabilidad e iniciativa… cada estudiante debe ser capaz de iniciar el proceso de reforma social. Asimismo, la tarea del profesor no debe ser limitada sólo a la enseñanza, sino que el desarrollo del carácter también ha de ser un fin de la acción educativa de la escuela (Ruiz, 2018. p 134)
Relación
escuela – sociedad.
Frente a todo lo
planteado, es claro que, para Dewey, el proceso de educar y el escenario donde
ocurre; la escuela, no son dos asuntos independientes. La escuela se puede
entender como ese micro escenario social donde el educando interactúa y
desarrolla habilidades necesarias para situarse en su contexto y
particularmente en su realidad que le permita comprenderla y si es el caso,
transfórmala. Y es el docente quien según el estado de madurez o Psicológico”
del estudiante recrea los escenarios de discusión en el ejercicio formativo, de
tal forma que el desafío de afrontarlas a nivel social, no representen una
imposibilidad de desenvolvimiento del educando. “El maestro tiene la misión no
sólo de educar a los individuos, sino de formar la verdadera vida social”
(Dewey, 1939 en Lozada 1977 p. 8).
A esto se suma
que el proceso de educar define los lineamientos por los cuales una sociedad
direcciona su camino, sus objetivos y perspectiva del sujeto que propone y
busca desarrollar. “Por tanto, la cuestión central de la filosofía deweyana y
base de la teoría de la educación es el método que permite generalizar la
educación moral en enseñar hábitos de reflexión.” (Ruiz, 2018. p 138). Culturalmente se concibe la educación como el motor
del cambio social. Dewey, manifiesta que
desde la educación se deben tener claros los fines que se desean alcanzar en la
sociedad, y de esta manera se pueden, desde la educación aportar para que este
objetivo se alcance. es decir, la conciencia social, teniendo el conocimiento
de las habilidades de los niños, y el conocimiento de la ciencia social se
puede trabajar en una misma vía.
“Cuando la
ciencia y el arte unan así sus esfuerzos se alcanzará el motivo más decisivo
para la acción humana, se excitarán los resortes más genuinos de la conducta
humana y se garantizará el mejor servicio de que la naturaleza es capaz”
(Dewey, 1939 en Lozada 1977 p. 8).
Bibliografía
· Chacón
Ángel, P., & Covarrubias Villa, F.
(2012). El sustrato platónico de las teorías pedagógicas. Tiempo de
Educar, 13(25), 139-159.
· Dewey,
J. (1939). Mi credo Pedagógico. Buenos Aires, Losada. Disponible en: https://www.fceia.unr.edu.ar/geii/maestria/TEMPORETTI/Dewey_Mi_credo_Pedagogico.pdf
· Ahedo
Ruiz, J. (2018). ¿Qué aporta John Dewey acerca del rol del profesor en la
educación moral? Foro de Educación, 16(24), 125-140. doi: http://dx.doi.org/10.14516/fde.510
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